Por Jesús Cruzvillegas, especialista en derechos culturales
La identidad sonidera es parte de la diversidad cultural de nuestro país. Es vasto el aporte de las personas sonideras los últimos 70 años a la cultura de barrios y colonias de la Ciudad de México, Monterrey y Puebla principalmente, así como en comunidades migrantes en los Estados Unidos.
Hace cuatro años se publicó mi libro “Pasos sonideros” (Secretaría de Cultura/Proyecto Literal) donde explico algunas acciones gubernamentales que restringen el ejercicio de los derechos culturales de las personas que se identifican con la cultura sonidera.
A la distancia he podido observar que no han sido resueltas las problemáticas a las que se venían enfrentando las personas sonideras, tampoco se han formulado plataformas para que puedan articularse como agentes culturales y económicos.
No se ha reconocido desde el Estado el ejercicio de goce y entretenimiento para el público sonidero, ni derecho al trabajo, como industria cultural y actividad económica para los empresarios sonideros.
Se sigue restringiendo el espacio público, y desafortunadamente no ha mejorado el trato discriminatorio por parte de las autoridades locales. Y persiste la etiqueta criminalizadora hacia la identidad sonidera por parte de un sector de la sociedad y de algunos medios de comunicación.
Obviamente con la Covid y sus diferentes variantes, también vinieron se limitaron exponencialmente la realización de bailes sonideros. Poco antes de la pandemia habían comenzado a desarrollarse algunas acciones para generar políticas públicas que reivindican los intereses y causas sonideras. Sin embargo, dichos esfuerzos se vieron interrumpidos, como muchas otras iniciativas que aún se encuentran en el tintero.
La identidad sonidera sobrevivirá. Cuando se publicó “Pasos Sonideros” todavía no existía la Ley de Derechos culturales de la Ciudad de México. Ahora contamos con algunos elementos más que dan cuenta de la necesidad de proteger y promover a esta identidad e industria cultural.
Sin pretender hacer una apología, hay que resaltar que el aporte fundamental de la identidad sonidera -desde mi punto de vista- es la experiencia colectiva de los excluidos de apropiación del espacio público desde la fiesta, la música y el baile, en otras palabras: el goce vital.
El llamado no sólo es a que la identidad y la comunidad sonideras cuenten con espacios para ejercer sus derechos culturales, sino que podamos replicar algunos planteamientos sonideros, porque generan espacios temporales festivos en medio de contextos adversos (barrios con violencia, pobreza, marginación).
Contrarrestar la criminalización y discriminación a la identidad sonidera priorizando la atención a esas comunidades y su aporte desde la exclusión, es indispensable, como indica Clara Valverde: “las iniciativas, ideas y grupos implicados en lo común son el antídoto contra la necropolítica. Lo que el poder absoluto quiere dividir, nosotros lo tenemos que juntar. Pero para hacerlo tenemos que desarrollar una empatía radical y empezar desde los espacios excluidos. No funciona que los “incluidos” inviten a los excluidos a sus movimientos. Tiene que ser al revés. Los que aún se creen incluidos necesitan ir a esos espacios intersticiales en los que habita la exclusión y empezar desde ahí” [1].
Hay que subrayar que en los últimos años se ha avivado el interés por la identidad sonidera desde diferentes disciplinas de estudio. He podido compartir reflexiones con personas dedicadas a la investigación artística, desde el urbanismo, el feminismo, la danza, la gestión cultural y la sociología.
Con esta variedad de miradas, propuse la creación del “Círculo de estudios sobre lo sonidero”, espacio libre para dialogar sobre dicha identidad cultural con personas de diferentes disciplinas y áreas del conocimiento.
Este círculo se reunirá tres veces en 2022, donde compartiremos avances de trabajos con personas investigadoras de la Ciudad de México, de otras ciudades del país y también del extranjero.
Esta columna forma parte de la edición 53 de la revista digital Expediente Político.Mx
[1] Valverde, Clara, “El neoliberalismo aplica la necropolítica, deja morir a las personas que no son rentables”, El Diario, España, 28 de febrero de 2016. http://www.eldiario.es/catalunyaplural/neoliberalismo-aplica-necropolitica-personas-rentables_0_479803014.html
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