Bruna María Lazzaroto
Pensar en la temática de los asentamientos irregulares nos hace percibir que es emblemático y complejo. Por eso la importancia de analizar las condiciones de irregularidad de los asentamientos humanos, de acuerdo con las acciones de me-jora que implementen las autoridades locales municipales y los resultados de satisfacción que se puedan derivar de dichas acciones.
Actualmente, los asentamientos irregulares son un problema de administración espacial, de gestión pública y de calidad de vida urbana en todo el mundo. América Latina no está exento de ellos, como se observa en el caso de Brasil y México, especialmente en dos asentamientos ubicados en estos países: el asentamiento de Padre Ulrico, Francisco Beltrão, Brasil y Guadalupe Texcalac, Apizaco, México.
El fenómeno de irregularidad en ambos asentamientos obedece a múltiples factores propios de las condiciones establecidas en sus marcos legales y constitucionales. A pesar de que hay proyectos de la autoridad municipal para proveer de agua, luz y drenaje a los asentamientos irregulares, las necesidades de la población de estos asentamientos no son satisfechas ni en cantidad ni en calidad del servicio que reciben, con lo cual se crean círculos viciosos que muchas veces desembocan en conflictos sociales.
El proceso de urbanización de la población brasileña tiene algunas peculiaridades espaciales. En comparación con otros países de América Latina, Brasil es uno de los que más rápidamente hizo la transición de una población mayoritariamente rural a una con mayor concentración en áreas consideradas urbanas. (Belcavello, 2017).
La urbanización brasileña es única y todavía tiene movimientos continuos en proceso que dan forma a nuevas configuraciones de espacios y sociedad. Brasil intensificó su proceso de urbanización después de la segunda mitad del siglo XX, con una estrecha relación con la industrialización y el vaciado de las zonas rurales.
México tiene una estructura urbana básicamente preeminente que alcanza un nivel intermedio; pero también tiene un nivel muy alto que lo acerca a países altamente urbanizados debido a que ha experimentado un proceso rápido de desarrollo. Con ello, ha cambiado la estructura de sus ciudades, lo que se manifiestan a través de la reducción en el índice de primacía del sistema y con indicativos de la formación de centros urbanos de importancia regional.
En México, este fenómeno se ha expresado de manera masiva, pues “a través de algunas estimaciones muy aproximadas se ha calculado que alrededor del 50 por ciento de la vivienda urbana en México se ha dado en este tipo de urbanizaciones” (Schteingart y Solís, 1994, p. 66).
Así, en este resumen se presentan algunos pun-tos sobre esos asentamientos ubicados en Brasil y en México que pueden contribuir a entender el vacío en la disposición de las autoridades locales para solucionar los grandes problemas sociales de los asentamientos irregulares como la falta de acceso a servicios básicos que deja a los habitan-tes de esas áreas como una población inferior con relación a la ciudad formal.
En este sentido, es de gran importancia mencionar el papel del Estado como el principal regulador del espacio urbano y el que puede cambiar la realidad de estos países, ya que es el gobierno el que tiene el poder de determinar las acciones que deberían desarrollarse en espacios urbanos y el resultado de sus acciones que influyen en la vida de las personas que los habitan.
El fenómeno de irregularidad en ambos asentamientos obedece a múltiples factores que están arriba de las capacidades de control por parte de la autoridad territorial.
Se puede observar que cuando se menciona la infraestructura de servicios básicos, los gobiernos de ambos los países sí hacen algunos esfuerzos por lograr abastecer las demandas locales, pero esos esfuerzos no son suficientes, pues los servicios no son siempre satisfechos y muchas veces logran desembocar en conflictos sociales.
El derecho a estos servicios básicos debe ocurrir de manera cualitativa y fue a partir del análisis realizado en las comunidades de Padre Ulrico y Guadalupe Texcalac que fue posible reforzar estas concepciones. Sin embargo, las entrevistas realizadas en ambas comunidades muestran que hay mucho por hacer, ya que muchos gobernantes dejan el tema de garantizar los derechos de acceso a los servicios básicos para la población.
Aún hay un gran camino por adelante para cambiar esa realidad de asentamientos irregulares como el Padre Ulrico y Guadalupe Texcalac, por lo que son necesarios más estudios, que la población empiece a ser vista y no apenas contabilizada como números. Se necesita pensar nuevos proyectos, crear nuevos centros urbanos para repensar en la población de cada país con sus especificidades.
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